La fotografía a veces es como un iceberg: tú ves la imagen, pero detrás de esa captura hay una serie de procesos invisibles a nuestros ojos que se han llevado a cabo para tal resultado. Hoy os vamos a hablar de la importancia del flujo de trabajo o workflow en la fotografía.
Lo primero de todo, ¿y qué es esto del flujo de trabajo o workflow en la fotografía?
Lo podemos definir como la serie de acciones ordenadas que tomamos desde que desarrollamos una idea hasta que la vemos plasmada en nuestra web, redes sociales, la guardamos en una carpeta, en nuestro disco duro o como a la antigua usanza, las imprimimos (Si, ¡los álbumes todavía no se han extinguido!)
¿Cuáles son los pasos para seguir para tener un buen workflow?
Un flujo de trabajo bien desarrollado nos ayuda tanto a automatizar pasos y así agilizar el proceso de producción como a evitar errores y despistes. No existe un flujo de trabajo universal que nos sirva a todos por igual, pero si que podemos pautar una serie de pasos que seguro que nos ayudan a facilitar todo el proceso:
- La búsqueda y desarrollo de ideas
- Un checklist del equipo que vamos a utilizar y su configuración
- La captura de imágenes
- La transferencia, organización y cribado
- El postprocesado
- La exportación de las imágenes
- Los títulos y las etiquetas (opcional)
- Las copias de seguridad
- La publicación de nuestras fotografías
1. La búsqueda y el desarrollo de ideas.
Antes de comenzar a disparar, debemos tener claro que es lo que queremos captar. Para ello es recomendable buscar inspiración (que no copiar ¡son cosas muy deferentes!) en diversas plataformas, como puede ser Pinterest, agencias de microstock y macrostock (Stocksy, Adobe stock, Shutterstock) o en redes sociales como Instagram.
Una vez que tengamos clara nuestra idea, lo ideal es apuntar, dibujar a modo de boceto o describir al detalle cada una de las fotos que queremos hacer. Estas ideas las podemos apuntar o dibujar en un cuadernito que utilizaremos durante la sesión como si de una chuleta se tratase, o directamente en el móvil. Aplicaciones tan sencillas como Notas de nuestro teléfono nos permiten, escribir, dibujar o incluso crear una checklist para asegurarnos de que hemos realizado todas las fotografías que tenemos en mente.
También es necesario detallar la hora a la que vamos a realizar esa sesión si por ejemplo es en exterior y necesitamos unas condiciones de luminosidad específicas, y en el caso de necesitar modelos coordinarnos con ellos y explicarles la temática que vamos a realizar para que ellos también tengan clara nuestra idea.
Este paso es fundamental y nos ayudará a realizar de forma concisa la sesión que tenemos en mente.
2. Una checklist del equipo que vamos a utilizar y su configuración
Este es el paso que nos salvará de muchos despistes y errores garrafales. (¿Te imaginas salir a realizar tu sesión de fotos y descubrir que te has dejado la tarjeta en el ordenador y el tarjetero con el resto sobre la mesa?)
Antes de dirigirnos al lugar de la sesión debemos asegurarnos de llevar encima todo lo que necesitamos para realizar la sesión correctamente: La cámara (si alguno de vosotros habéis salido sin la cámara, por favor, ¡dejarlo en comentarios!), el trípode, las baterías cargadas, tarjetas, flashes, difusores…
Este paso se puede simplificar fácilmente creando una lista con todos los utensilios que vamos a necesitar. En nuestro móvil podemos usar aplicaciones como Google Keepe o ToDoist que nos facilitan la creación de estas listas.
3. La captura de imágenes
Ya seguros de que llevamos encima todo lo necesario, llega la parte favorita para la mayoría de los fotógrafos, ¡comenzamos a disparar!
Al comenzar la sesión debemos fijarnos en tener correctamente configurados los parámetros de nuestra cámara. Revisar el modo, el ISO, el formato, el tipo de enfoque o la velocidad es primordial para asegurarnos las capturas que queremos. ¡Malo sería si después de todo obtener como resultado una fotografía sobreexpuesta o mal enfocada!
4. La transferencia, organización y cribado
Llega el momento de transferir nuestras imágenes al ordenador.
Existen varias formas de hacerlo: de la cámara al ordenador con un cable USB, introduciendo directamente de la tarjeta SD o CF en tu ordenador, o si tu modelo de cámara te lo permite, mediante WIFI.
Para organizar las fotografías en el ordenador, en mi caso uso siempre Lightroom, que me permite transferirlas a la vez que puedo crear catálogos, colecciones inteligentes o carpetas para más tarde comenzar con la edición. También podemos abrir directamente los archivos almacenados en nuestra tarjeta y seleccionar las imágenes copiándolas y pegándolas en una carpeta que hayas creado para esa sesión en el ordenador o en nuestro disco duro.
La organización es un tema muy personal. Unos fotógrafos las organizan mediante un orden numérico, otros mediante fechas, y algunos por temáticas o tipo de sesión. Aún así, es muy importante encontrar el sistema que mejor nos venga para tener nuestras imágenes bien ordenadas y luego no pasar horas buscándolas.
Antes de comenzar con el postprocesado, es importante realizar una criba y seleccionar las fotografías que vamos a usar y descartar las que no nos interesan. Vuelvo a recalcar que Lightroom o Camera Raw son programas muy completos que nos facilitarán este paso. Podemos utilizar colores para etiquetar las fotografías que nos interesan o añadir estrellas para dar prioridad a algunas fotografías que nos gusten especialmente y descartar otras de forma sencilla.
5. El postprocesado
Una vez seleccionadas nuestras fotografías nos preparamos para el postprocesado. Eres libre de editar tus fotografías o dejarlas tal cual están, pero casi seguro que puedes mejorar su exposición, la saturación, el calibrado de la cámara, las correcciones de lente, los tonos, o crear una serie de ajustes o presets que por ejemplo, en el caso de la fotografía de stock, vuelvan a nuestras fotografías más vistosas y comerciales.
La edición o postprocesado es una de las partes mas creativas de todo el proceso, pero para conseguir el resultado que deseamos debemos tener un conocimiento base sobre el uso de estos programas de edición. En mi caso utilizo Lightroom, pero existen otros programas como Capture One y Camera Raw. Para rematar detalles, eliminar marcas y elementos indeseados, es aconsejable utilizar Photoshop, que ofrece una serie de herramientas muy apropiadas para la edición de estos detalles.
6. La exportación de las imágenes
Para exportar nuestras imágenes de una forma correcta, debemos saber que hay diferencias entre la exportación para uso web o digital y para imprimir.
En el primer caso, dejamos la imagen en modo RGB y la guardaremos en jpg. Para imprimir nuestras fotografías, podemos convertirlas a modo de color CMYK o mantenerlas en RGB, y guardarlas en jpg o tiff. En ambos casos, es recomendable dejar la imagen a 300ppp. Algunas agencias, en especial las de macrostock, nos exigirán esta resolución.
7. Los títulos y las etiquetas (opcional)
Ya conocemos de la importancia de los metadatos y las palabras clave o keywords en el caso de la fotografía de stock, pero también podemos utilizar estos metadatos para ordenar y organizar nuestras fotografías, independientemente de si las vamos a subir o no a los bancos de imágenes. Podemos añadir nuestras palabras clave y metadatos directamente en Lightroom o utilizar otros programas, como Xpiks.
Para la fotografía de stock este es un paso en el que debemos esmerarnos ya que es primordial para que los clientes encuentren nuestras fotografías. Por muy buena o vendible que sea nuestra foto, si no se realiza un etiquetado correcto, ésta no se mostrará y por lo tanto el resto de trabajo habrá sido en vano.
Si te apetece conocer cómo realizan este trabajo los profesionales del stock no te pierdas este podcast.
8. Las copias de seguridad
Una vez tengamos nuestras fotografías listas, podemos almacenarlas de varias maneras:
- Directamente en el disco duro interno de nuestro ordenador.
- En un disco duro externo.
- En la nube o en un servidor NAS.
Lo ideal es utilizar al menos dos de estos almacenamientos para asegurarnos que no perdemos nuestras fotografías. Si por ejemplo se rompe nuestro disco duro externo, podremos recuperar nuestras fotografías y traspasarlas a otro disco duro si antes las hemos almacenado en alguna nube, como por ejemplo Dropbox.
9. La publicación de nuestras fotografías
Y después de todos estos pasos… ¡Voilá! Ya tenemos nuestras fotografías listas para compartirlas en nuestras redes sociales, imprimirlas, crear álbumes mediante una plataforma digital, subirlas a nuestra web o enviarlas a los bancos de stock.
Conclusiones
Si todavía no tienes muy claro cuál es tu flujo de trabajo o no sabrías como definirlo, coge papel y boli (o teclado y ordenador) y realiza un esquema con todos los pasos que sigues en tu proceso, desde que piensas en esa foto que quieres hacer, hasta que está lista para ser publicada. Así podrás observar mejor qué pasos realizas correctamente para facilitar tu flujo de trabajo y descartar aquellos que lo ralentizan.
Enseguida comenzarás a darte cuenta de que puedes ir simplificando pasos y siendo cada vez más eficiente. Recuerda que con un buen flujo de trabajo te estarás ahorrando tiempo y esfuerzo.
¿A qué esperas para crear el tuyo? 😉
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